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13 de mayo de 2014

Decepciones liberadoras

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Imagino que fijarnos expectativas sobre las personas es natural.

Esperar de ellas lo mejor, loable. 

Temer de ellas lo peor, insoportable.

Si te paras a pensar en la cantidad de mensajes breves, silenciosos, cuasi imperceptibles, que nos llegan cuando tratamos con las personas, el que un día nos decepcionen tampoco debe sorprendernos. 

Dicho esto, debería liberarnos.

No será ninguna sorpresa que el soberbio acabe ofendiendo.

No será ninguna sorpresa que el desagradecido acabe no agradeciendo.

No será ninguna sorpresa que el ignorante acabe poniéndose en evidencia.

Solamente se materializará lo que nos llevan anticipando un tiempo.

La proximidad con las personas que atraen es reconfortante. La distancia con las personas que no calan, prudente.

Presta atención a todos los pequeños gestos que recibes de aquellas personas a las que le dedicas tiempo e interés. Si algún día te decepcionan, te estarán liberando del compromiso que les habías ofrecido.

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