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28 de enero de 2014

Continuidad, persistencia y compromiso

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Imagina que algo te ilusiona.

Imagina que confías en alcanzar esa meta.

Imagina que te sientes cómodo.

Imagina que cada día es un día que estás más cerca.

Imagina que despiertas...

Me mueven las emociones. Me motivan las personas. Me empujan los hechos.

Cuando las dudas inundan el criterio y permiten que sean los miedos quienes emitan los juicios; cuando ya no miras hacia delante sino hacia atrás, hacia abajo; cuando con los ojos cerrados dejas de ver con claridad, hazte estas preguntas:

1. ¿Todo lo que hago tiene continuidad?
2. ¿Cada vez que me encuentro con un obstáculo, lo supero con persistencia?
3. ¿Tengo el compromiso absoluto con mis objetivos?

Si la respuesta a todas es "SI", estás en el camino. Quizás solo necesites volver a pararte y respirar profundo.

Si entre las respuestas encuentras un "NO" es posible que te hayas desviado de la ruta mientras no mirabas.

Vuelve a cerrar los ojos. Deja que sea la imaginación quien te guíe y no el miedo (al éxito incluso).

El guerrero de la luz lo sabe: todo el mundo tiene miedo de todo el mundo. 

Este miedo generalmente se manifiesta de dos maneras: a través de la agresividad o a través de la sumisión. Son aspectos del mismo problema.

Por eso, cuando está delante de alguien que le inspira temor, el guerrero se acuerda de que el otro tiene las mismas inseguridades que él, pasó por obstáculos parecidos, vivió los mismos problemas. 

Pero está sabiendo manejar mejor la situación. ¿Por qué? Porque él utiliza el miedo como motor, y no como un freno.


Entonces el guerrero aprende del adversario, y actúa de la misma forma.


El Guerrero de la Luz (Paulo Coehlo)

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