Quizás la primera batalla que tengas que ganar para lograr tus objetivos sea contra ti mismo.
La resistencia que los humanoides ejercemos ante las situaciones de cambio supone una barrera difícil de franquear aunque no debiera de ser así.
Todos estamos cómodos con la noción de una rutina.
Conocer los acontecimientos futuros elimina el riesgo y nos permite bajar la guardia o, por lo menos, respirar libremente hasta llenar los pulmones.
Para gestionar los hábitos que, aunque cómodos y rutinarios, en cierta medida nos limitan porque no explotan nuestro potencial, siempre podemos hacerlo a través de los esfuerzos conscientes por aprender nuevas habilidades o perseguir nuevos objetivos.
Y aún así, hay que tener en cuenta que la ambición es un arma de doble filo.
De una forma desmedida puede robarte todo lo que tienes y quitarle el sabor a lo más simple de la vida.
En su ausencia, al igual que la inflación, usando un analogía que todos entendemos, hará que tus recursos personales y profesionales cada día valgan menos.
10 años haciendo lo mismo de la misma manera y nada tendrá sentido ya que tus clientes habrán cambiado de perfil, tus productos habrán evolucionado y tu competencia más innovadora te habrá arrollado.
Y volviendo al principio, todo depende de ti.
Puedes librar la batalla por aprender nuevas habilidades.
Puedes librar la batalla por entender mejor lo que tus clientes necesitan.
Puedes librar la batalla por cambiar lo que no funcionará en un futuro próximo antes de que sufras las carencias.
Incluso puedes librar la batalla contigo mismo por saber como invertir en tu desarrollo personal, modelar tu auto-liderazgo y conseguir nuevos objetivos.
Aunque claro, esa es la primera batalla.
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