Tampoco tendrías que hacer más de lo que se supone que debes de hacer.
En resumen, dar lo justo a cambio de lo que se reconoce.
Y entonces no tendrías mentalidad de socio.
Lo común es que, mirando a nuestro alrededor, percibamos la desgana con la que nos prestan servicio. El camarero de cara agotada, el empleado distraído, el funcionario altivo y el taxista eternamente enfurecido.
Todos soportamos alguna carga. Todos tenemos compromisos. Todos sufrimos decepciones. Pero no todos somos consecuentes.
Si en vez de tratar la vida como si siempre se fuera un empleado (por cuenta ajena que recibe órdenes continuas) se tratara con mentalidad de socio (el propietario o accionista de un proyecto, tu vida) seguro que las oportunidades de avanzar aparecerían con más frecuencia.
No podemos esperar recibir 10 dando 2. Que reconozcan nuestra labor si no invertimos en demostrar lo valiosa que es. Que nos elijan entre las alternativas si no destacamos en el colectivo.
Si no encuentras alguien con quien pactar los compromisos, asociate contigo mismo. Te regalarás la oportunidad de ser el dueño de tu proyecto y el mejor accionista de tu felicidad.
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