Cuando los éxitos llegan gracias a la contribución de cualquier medio, propio o ajeno, que no tiene que ver con la estrategia y el esfuerzo, la gente acaba pensando que un fracaso es injusto.
Cuando el éxito llega a través de el uso de la estrategia, el esfuerzo y la humildad necesaria para digerir los fracasos del camino, la gente acaba hablando de justicia y meritocracia.
El común denominador de los fracasos empresariales es la falta de visión estratégica, el enamoramiento de la idea del proyecto, la mala planificación financiera y la negligente gestión de los recursos.
Observa lo suficiente. El patrón se repite.
Intenta advertirlo y el malo eres tú. Preferible un fracaso lleno de culpables bien identificados que un éxito lleno de aportaciones ajenas y anónimas. La España dual de siempre.
Y por todo ello, aprende a escuchar o abraza el fracaso. Levanta la vista y agacha la cabeza. Disfruta luchando o llora culpando.
Necesitamos aprender de nuestros fracasos para merecer dar el siguiente paso.
Publicar un comentario