Saulopolis. Mi urbe. Donde todo es posible.
Un lugar para buscar la excelencia sin pretensiones.

8 de septiembre de 2013

Tu primero

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Cuando me senté frente al cliente, me di cuenta que había subido de peso. Tenia los ojos cansados y resoplaba mientras miraba en mi dirección con la mirada perdida. Parecía que no me veía. En ese momento intente comprender como había llegado a ocurrir esa situación...


Después de 4 años como cliente, se sigue gestionando el negocio igual que cuando nos conocimos. Con las mismas herramientas. La misma actitud. Sin una estrategia de crecimiento que le inyecte dirección, ilusión y energía al proyecto. 

Al faltar el tiempo, no hay planificación. Al no planificar, no hay control del tiempo. Las constantes interrupciones a una agenda aleatoria consiguen minar la paciencia y afectar la actitud. Ya cuesta sonreir. Cuesta pensar. 

Yo venía de la playa. Estaba fresco. Había conseguido, después de dos años soñando, dirigir mi proyecto profesional en una dirección innovadora con poca competencia. Una zona que suponía un reto tremendo pero a la que me empujaba diariamente una ilusión renovada. Trabajada a través de muchos momentos invertidos en la visión de la vida que quiero.

Decidí adaptar mi tono para calmarlo. Me había enviado un correo tenso que interpreté como una llamada de socorro. Anticipe tensión pero proyecte calma. Pasaron 3 o 4 minutos hablando de cosas banales y cambió su cara. Cansado pero más calmado, empezó a tratar sus inquietudes por orden.

Y el desorden nos asaltó. El operario entró, nos interrumpió y empezó una discusión porque no le habían avisado que tenia que hacer un reparto en la zona de la que venía. El empresario explotó, más costes.

Después de continuar la discusión, buscar culpables y conseguir desequilibrar su Karma y el del empleado, volvió a la mesa. Agotamiento.

Ocurre a menudo en las visitas a clientes. No todos pero la escena es común. No es que haya una fórmula magistral para generar tiempo pero el tiempo lo arañamos al día como el beneficio se araña de las ventas. Hay que dedicarle tiempo a aprender que hacemos con nuestro tiempo. Cada minuto cuenta. Pero sin prisas.

A menudo me preguntan como consigo desconectar tanto con la carga de trabajo que soporto. En reflexión, pienso que el saber que no hay nada en la agenda me relaja, dejando la mente libre. En esa libertad, sin darme cuenta, mi cabeza sigue procesando prioridades y buscando tiempo libre. Punset indaga en la actividad subconsciente en "Viaje al Optimismo", confirmando en cierta medida lo que ya intuía en la práctica.

Generar el ciclo no es fácil. Empezar en el gimnasio cuando estás en baja forma, tampoco lo es, pero es posible. Conseguir la reacción resulta ser cuestión de disciplina. Será con esta herramienta como podrás empezar a construir la estructura de hábitos que faciliten el cambio.

Piénsalo... Tu primero. Ordena tu semana y disfruta de cada día. Deja tiempo libre para que surja lo espontáneo. Reconoce cuanta parte tienes en el control del tiempo, de tú tiempo, y dale el valor que tiene.


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