No supone una pérdida de energía y tiempo el insistir para conseguir lo que nos fijamos como metas. No supone una pérdida siempre y cuando nos comprometamos con lograr el resultado.
Lo interesante es saber reconocer el esfuerzo dedicado como una inversión rentable.
Una inversión que puede ser cada vez más eficiente y más productiva. Solo hace falta centrarnos en ir mejorando como gestionamos nuestras emociones en el proceso. Me refiero a las emociones que nos restan energía como la desconfianza, el miedo y la envidia.
Parece que todo lo que se deje al azar, sin ninguna reflexión por nuestra parte, se puede convertir en una oportunidad perdida para pulir nuestra actitud hacia la autosuperación y el trabajo constante.
Trázate las metas con ilusión.
Conviértelas en algo en lo que consigues inyectar lo mejor de tí, algo a lo que no supone una carga emocional dedicarle tiempo, algo en lo que confías plenamente para hacerte feliz.
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