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4 de febrero de 2014

El cuarto asalto

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Cuando cuento que me apasiona el kickboxing, suelo recibir una reacción de admiración aderezada con sorpresa.

Por norma, recibo dos comentarios. El primero: "¿Cómo te gusta esa violencia?". El segundo: "Pero qué necesidad!"

Pues resulta que lejos de vivirlo como una expresión de violencia, lo vivo como una necesidad para mantener el equilibrio.

E incluso, algo más importante: la determinación de seguir haciendo esfuerzos.

Añadido a los chutes de serotonina, está el auto-ejercicio de mantenerme fiel a la disciplina de hacer un esfuerzo cuando muchas veces no me apetece.

No me apatece porque he trabajado 12 horas ya ese día, 14 el anterior, el fin de semana corrí e hice pesas después de trabajar toda la mañana (cada día) y hoy, precisamente, tengo que hacer 80km de carretera... Excusas.

Siendo positivo y optimista, aún queda un periodo de cinco años (como mínimo) hasta que podamos volver a sentir una tranquilidad fundada sobre nuestro entorno económico-social. 

Tiempo a que las medidas salvajes que se han tomado surtan efecto, porque alguno tendrán, a pesar de los cadáveres que han quedado por el camino. Y sobre todo, tiempo para que nuestra sociedad se dé cuenta de que hay que volcarse con la cultura del esfuerzo.

Este periodo que viene, para mí, es el cuarto asalto

El cuarto porque lo normal son tres. Te preparas físicamente para luchar tres. Tu psicología tiene 9 minutos en mente, 2 de descanso entre medio. Está medido el esfuerzo e interiorizado el ritmo que puedes inyectar al combate.

Y de repente hay un nulo!! Que comience el cuarto asalto.

Podemos estar preparados físicamente para aguantar 3 minutos más de combate, aunque sea a la defensiva y evitando el cuerpo a cuerpo. Pero si nuestra mente no ha sido preparada a través del esfuerzo consciente y constante, es probable que no acabemos el asalto.

El esfuerzo debe ser nuestra cultura. 

Contagia confianza y transmite determinación. El que se hace con ilusión, cuesta mucho menos. El que se hace con constancia, se convierte en nuestro compañero y nunca nos dejará solos en el cuarto asalto.

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